Partirse y repartirse
El bosque ha sido mi cuna, desde pequeño recorriendo con familiares árboles y colinas, reconociendo pájaros, explorando riachuelos y cuevas. No logro recordar cuándo empezó el deseo de amar la naturaleza, pero lo sentía totalizante, como escribe Casaldáliga: “Habréis de amarlo todo, todos, todas”. Al principio entendía nuestra vida cristiana en el mundo como personajes épicos que arriesgan todas las vidas de un videojuego, una tras otra, para lograr alcanzar un objetivo, la misión de Dios....