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El apóstol de los hurones

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Juan de Brébeuf (1593-1649) fue el primer misionero jesuita entre los hurones. Fundó puestos de misión, convirtió miles de almas a la fe y movió a muchos jesuitas a ofrecerse para las misiones de la Nueva Francia. Voluminoso de cuerpo, de carácter amable, con un corazón de gigante, se le llegó a conocer como el apóstol de los hurones.

Había nacido en Normandía, y entró en la Compañía al acabar los estudios universitarios. Enseñó en un colegio en Rouen y a continuación fue ordenado sacerdote el 19 de febrero de 1622. Dos años después aquel enorme y duro jesuita decidió responder a la llamada de los franciscanos recoletos que pedían ayuda a otras órdenes religiosas para evangelizar a los nativos de América del Norte.

El 19 de octubre de 1625 llegaba Brébeuf a Canadá junto con otros cuatro compañeros jesuitas. Pronto aprendió a adaptarse al modo de viajar y de comer de los nativos.  Lo primero que hizo fue aprender la lengua, dedicando dos años a su estudio y al de las costumbres y creencias de aquella gente. Ante el rechazo del Evangelio había escrito:

“Dios mío, ¡cuánto me duele el que no seas conocido, el que esta región extranjera no se haya aún convertido enteramente a ti, el hecho de que el pecado no haya sido aún exterminado de ella! Sí, Dios mío, si han de caer sobre mí todos los tormentos que han de sufrir, con toda su ferocidad y crueldad, los cautivos en esta región, de buena gana me ofrezco a soportarlos yo solo”.

Y Dios escuchó su oblación. Fue martirizado en 1649.