Testimonio

Casualidades

por

Para descubrir hoy al Señor resucitado me ayuda leer el texto de Jn 20.  Tras la muerte de Jesús, María Magdalena va al sepulcro y se lo encuentra profanado. Desolada corre donde los discípulos, éstos corren al sepulcro… ven signos de algo (la sábana y el sudario) pero Pedro sale con interrogantes y Juan creyendo. Nosotros, igual que ellos, en medio de tantas situaciones, conflictos, fracasos etc., aprendemos a leer signos. En ellos encuentro al resucitado que sale a mi encuentro, y al de tantas personas, para llenar de vida a las personas rotas. Muchos de ellos coinciden con “casualidades”.

Otro modo es recordando, reviviendo resurrecciones pasadas, personales o de otros. Concretamente recuerdo experiencias de perdón: personas que me contaban cómo habían perdonado (por cierto, esa es la primera experiencia de los apóstoles: paz y perdón).   Una persona, a quien habían matado su marido, nos decía: “No tengo ningún mérito: un día me desperté y descubrí que había perdonado”. Esto es lo que hace el resucitado, hoy como con los apóstoles. Y en su medida experiencias de ser perdonado o de perdonar en mi propia historia.

Finalmente, descubro al Resucitado estando atento a lo que se mueve en mi interior. A menudo me pregunto qué textos del evangelio resuenan en mi interior de un modo especial, como si fueran para mí. Por ejemplo, está resonando mucho ese pasaje en que Jesús dice a Tomás trae tu dedo y mételo en los agujeros de los clavos… ¿qué heridas me está llamando a tocar el resucitado? Ahí descubro al resucitado vivo y trabajando por mí… y llamándome a seguirle.

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