Claudio de la Colombière (1641-1682) nació en el sur de Francia. Estudió en un colegio de jesuitas desde muy temprana edad. Y con 17 años entró en la Compañía. Habiendo enseñado durante dos años en Avignon, estudió teología en París y fue ordenado el 6 de abril de 1669.
Su vida fue breve pero intensa. Vivió la guerra, el destierro, trabajó en Inglaterra, donde fue encarcelado por celebrar la Eucaristía. En estas circunstancias fue transformando su corazón para que fuera como el de Jesucristo. No quería sino tratar a las personas como lo hizo el propio Jesús. Él mismo lo reconocía al cumplir treinta y tres años:
“Me parece, Señor, que ya es tiempo de que empiece a vivir en Ti y sólo para Ti, pues a mi edad, Tú quisiste morir por mí en particular”.
Su encuentro en Paray-le-Monial con Margarita María de Alacoque fue clave para ambos. Como confesor, dice la santa: “Me exhortó a no tener miedo a los caminos del Señor, reiterándome a entregarme totalmente a Dios, para que Él me tratase como quisiera. El padre me enseñó a apreciar los dones de Dios y a recibir Sus comunicaciones con fe y humildad”.
Claudio siempre puso su confianza sólo en Dios. Quizás fue esto lo que siempre le ayudó a tener un buen norte. “A nadie engañó esta confianza. Ninguno de los que han esperado en el Señor ha quedado frustrado en su confianza”.