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El apóstol de Brasil

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José de Anchieta nació en San Cristóbal de la Laguna, Tenerife, en 1534. Como algunos jóvenes de su tiempo, fue a la Universidad de Coímbra con el fin de forjarse un brillante futuro. Con 19 años, ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús y con 21, encendido por el deseo de que otros conocieran el nombre de Jesús, partió para América donde vivió y murió dedicado a la misión.

Nacido para destacar, lo hizo conforme al Evangelio. Fue un gran lingüista, literato, médico, arquitecto, ingeniero, humanista y poeta. Y por si esto fuera poco, se encuentra entre los fundadores de las ciudades de Sao Paulo y Río de Janeiro. Sin embargo, Anchieta nunca se jactó de ello, al contrario. Aquejado de una enfermedad provocada por sus excesos penitenciales, su mayor deseo era “que le dejasen ir a morir entre infieles, donde al menos podría servir para enseñar a los niños”.

A los pocos años de llegar a tierras brasileñas escribía al P. Laínez, entonces Prepósito General de la Compañía:

«Sin dejarnos intimidar por los grandes calores, las tempestades, las lluvias, las corrientes torrenciales e impetuosas de los ríos, procuramos sin descanso visitar todas las aldeas y villas tanto de los indios como de los portugueses e incluso de noche acudimos a los enfermos, atravesando bosques tenebrosos a costa de grandes fatigas, tanto por la aspereza de los caminos como por el mal tiempo […] nada es difícil para quienes acarician en su corazón y tienen como único fin la gloria de Dios y la salvación de las almas, por las que no dudan en dar su vida«

Así lo hizo. Anchieta rindió su vida a Dios en Reritiba, Brasil, en 1597.