Nos ha inspirado

El divino impaciente

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Francisco Javier (1506-1552) nació en el castillo familiar de Navarra, y allí aprendió las primeras letras. En septiembre de 1525 fue a París para comenzar sus estudios. Allí tuvo como compañero de habitación a Pedro Fabro y a Ignacio de Loyola, un fracasado cortesano que ahora se dedicaba a la oración.

A pesar de la inicial reticencia, Javier fue conquistado para Cristo por el de Loyola y junto con otros compañeros, acudió a Montmartre el 15 de agosto de 1534, donde hicieron los votos de pobreza, de castidad y de ir a Tierra Santa a convertir infieles. Estaban llamados a ser compañeros de Jesús.

Por petición del rey de Portugal se embarcó para ir a evangelizar la India. Desde allí llegaría hasta Japón, pasando por infinidad de islas  entre los océanos Índico y Pacífico. Dejemos hablar al santo, que sea él quien nos cuente qué hizo por aquellos lugares:

Muchos cristianos se dejan de hacer, en estas partes, por no haber personas que en tan pías y santas cosas se ocupen. Los cristianos de estos lugares, por no haber quien les enseñe en nuestra fe, no saben más de ella que decir que son cristianos. No tienen quien les diga misa, ni menos quien los enseñe. Cuando llegaba en los lugares, no me dejaban los muchachos ni rezar mi Oficio, ni comer, ni dormir, sino que los enseñase algunas oraciones. Entonces comencé a conocer por qué de los tales es el reino de los cielos”.

Falleció el 3 de diciembre, abandonado en Sancián, a las puertas de China. Despojado de todo menos de su Señor Jesucristo.