Miguel Agustín Pro nació el 13 de enero de 1891 en la población minera de Guadalupe (México), siendo el tercero de once hermanos. Cuando ingresa al Noviciado de la Compañía de Jesús ya tenía dos hermanas que habían abrazado la vida religiosa. Al acabar el Noviciado continuó su formación en Estados Unidos, España, Nicaragua, y Bélgica, donde es ordenado sacerdote.
La mala salud acelera el regreso a su patria, sin embargo el joven Miguel no quiere dejar el viejo continente sin antes viajar a Lourdes, donde espera una intervención de la Virgen que le devuelva las fuerzas que necesitará en México para ayudar a los católicos entonces vejados por una persecución. La prisión, el fusilamiento y el destierro están a la orden del día. De la visita a la célebre gruta, escribe:
“Ha sido uno de los días más felices de mi vida… No me pregunte lo que hice o qué dije. Sólo sé que estaba a los pies de mi Madre y que yo sentí muy dentro de mí su presencia bendita y su acción”.
Estando ya en México la indiscreción de algunas personas le hizo caer en las garras de la policía mientras cometía sus “cotidianos delitos de llevar la comunión, de confesar o socorrer a los indigentes”.
Fue arrestado y condenado a muerte. Se hincó de rodillas a rezar delante de todos y, con los brazos en cruz, estuvo unos momentos ofreciendo su vida por México y por el cese de la persecución. Se levantó, abrió los brazos en cruz, diciendo: ¡Viva Cristo Rey! y cayó al suelo abatido por los disparos.