Juan del Castillo (1596-1628) nació en Belmonte (Cuenca), en una numerosa familia de notables, siendo el mayor de diez hermanos. Inició sus estudios en el colegio de los jesuitas que había establecido Francisco de Borja en Belmonte. Al cumplir los 18 años, entró en la Compañía. En el transcurso de sus estudios de filosofía fue enviado a la provincia del Paraguay. Salía desde Lisboa acompañado del que habría de convertirse en su compañero de martirio, Alonso Rodríguez.
En una carta que escribe a su padre, manifiesta con claridad los riesgos que corre con el trabajo encomendado:
“Subiré a las misiones del Paraguay a trabajar y morir entre aquellos indios de donde daré a vuestra merced, relación larga de cómo me fuere por allá […] Saldré de aquí el 13 de junio para esta empresa de pelear con indios gentiles, donde se ofrecerán muchas ocasiones de larga paciencia”.
Mientras Juan se dedicaba a llevar el Evangelio a aquellas gentes, en Caaró, fueron asesinados sus compañeros Roque González y Alonso Rodríguez el 15 de noviembre. Dos días después Juan del Castillo fue atacado fuera de la población, su cuerpo fue golpeado con mazas de piedra y su cuerpo fue quemado. Algunos indios cristianos condujeron a Candelaria algunos de los restos de los “Santos Mártires”.
En su canonización, Juan Pablo II hablaba así de él:
“Fue capaz de abandonar la vida tranquila del hogar paterno para mostrar la grandeza del amor a Dios y a los hermanos. Ni los obstáculos de una naturaleza agreste, ni las incomprensiones de los hombres, fueron capaces de atemorizar a este campeón de la fe”.