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Descenciendo

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Luis Gonzaga (1568-1591) renunció a una situación principesca para abrazar los votos de la vida religiosa. Era el hijo mayor del Marqués de Castiglione, y heredero del título familiar. En 1582, el joven Gonzaga, acompañó a la hija de Carlos V en su viaje a Madrid. Allí pasó a ser paje de acompañamiento del príncipe de Asturias y le hicieron caballero de la Orden de Santiago. Pero cuanto más ascendía en la escala social, sus pensamientos le instaban con más fuerza a hacerse jesuita.

El marqués se lleno de rabia al escuchar que su heredero quería renunciar a todo lo que con tanto cuidado había preparado para él. Sin embargo, la determinación del hijo fue más fuerte y su padre terminó por dar su consentimiento. Al poco de entrar en el Noviciado, Italia fue azotada por una ola de peste y hambre y Gonzaga se lanzó a ocuparse de las víctimas de la plaga. En el hospital, los lavaba, les daba de comer y los preparaba para los sacramentos.

Confesó a su director espiritual, Roberto Bellarmino, que había tenido el presentimiento de que moriría pronto. Y así fue, contrajo la peste y en pocos días murió. Se conserva una carta que escribió a su madre poco antes de morir: “Al llegar tu carta, me encuentro todavía en esta región de los muertos. Pero un día u otro ha de llegar el momento de volar al cielo, para alabar al Dios eterno en la tierra de los que viven”.