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Un jesuita en el exilio

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José Pignatelli (1737-1811) nació en el seno de una familia noble. Recibió la fe en su casa y en el colegio de los jesuitas de Zaragoza, su ciudad natal. Con 10 años ya había vivido la muerte de sus padres y con 16 entró en el Noviciado, siguiendo después el itinerario normal de formación en su época.

Pignatelli había abandonado la vida privilegiada de Grande de España por la sencilla rutina de un profesor jesuita, pero todo cambió súbitamente cuando el rey Carlos III expulsó a la Compañía de Jesús de sus reinos y confiscó sus propiedades. Cinco mil jesuitas lo perdieron todo y de un día para otro quedaron en la calle.

Uno de sus hermanos la instaba a abandonar la Orden que tan mala prensa tenía entre la nobleza europea. A lo que él respondió:

 “Hace catorce años que entré‚ en la Compañía de Jesús. Tuve deseos de pasar a las misiones de Indias; pero no me lo concedieron mis superiores por no disgustar a nuestra familia. Al presente no tengo motivo alguno para abandonarla; y estoy resuelto a vivir y a morir en ella. Si otra vez me escribís, no me toquéis este punto de abandonar mi vocación. No lo haré jamás, aunque tuviese que perder mil veces la vida”.

Pignatelli llevaba 40 años en el exilio cuando llegó a Roma, siempre acariciando la esperanza de que llegara la total restauración de la Compañía. Falleció en paz el 15 de noviembre, tres años antes de que Pío VII restaurase la Compañía.