“Cualquiera que en nuestra Compañía, que deseamos se distinga con el nombre de Jesús, quiera ser soldado para Dios bajo la bandera de la Cruz, y servir al solo Señor y a la Iglesia su Esposa bajo el Romano Pontífice Vicario de Cristo en la tierra…”
Así comienza la Fórmula del Instituto, tan fundamental para los jesuitas en tanto que define de forma clara a dónde debe dirigirse la Compañía y cuál debe ser su forma de vida. Mediante su aprobación en 1540 se fundaba oficialmente la Compañía de Jesús.
Hace unos meses tuvimos un curso sobre este texto impartido por Carlos Coupeau sj, compañero de comunidad y profesor de Deusto. Así nos enseñó cómo era el fuego que ardía en los corazones de los primeros compañeros, a qué se sentían movidos, cómo vivían la vida apostólica. Nos explicó cómo la Fórmula era el fruto de las experiencias de ese grupo de estudiantes que se formó en París (San Ignacio, San Francisco Javier, San Pedro Fabro, Laínez, Bobadilla…), y cómo esas vivencias se reflejan en el texto.
Es un texto apasionante, que transmite la profunda fe que vivían y el impulso de salir al encuentro del mundo que sentían, siempre teniendo a Dios ante los ojos. Una mezcla de épica, normas sobre la organización de la vida diaria y hasta cuestiones económicas. Todo fundamentado en el servicio a Dios y en la vivencia del Evangelio.
Un documento muy inspirador; una muestra que nos indica a qué estamos llamados como novicios de la Compañía de Jesús; un lugar al que acudir para revisar si estamos viviendo la vocación con el mismo espíritu de quienes nos precedieron.
(Descubre aquí el texto completo)