Como ya sabemos, el noviciado es la primera de las etapas de la vida de cualquier jesuita, y se encuentra estructurada en cuatro experiencias fundantes: ejercicios espirituales, servicio en hospitales, vida en una comunidad jesuita diferente del noviciado y peregrinación en pobreza. Sin embargo, estas experiencias ocupan únicamente cuatro meses de los dos años que dura el noviciado. ¿Qué hace un novicio durante todo el tiempo restante?
Una de las principales actividades que le ocupan a lo largo de su noviciado es la formación. Las competencias que recibe son muy variadas. Por un lado, se encuentran las asignaturas y cursos propiamente religiosos e identitarios. Esto es, Historia de la Compañía, Constituciones, Votos, Autobiografía de San Ignacio, etc. En segundo lugar, clases prácticas de guitarra, idiomas, oratoria, etc. Y, finalmente, asignaturas más típicamente teológicas como, por ejemplo, Biblia, Antropología, Cristología.
El principal objetivo que se persigue no es examinar al novicio de un currículo concreto, al modo de los estudios estandarizados de las etapas posteriores de la formación, sino más bien una primera inmersión de carácter eminentemente sapiencial en distintas cuestiones de fondo que, sin duda, le serán de utilidad a lo largo de toda su vida de misión.