Noviciado

Pastorales

“Cualquiera que en nuestra Compañía, que deseamos se distinga con el nombre de Jesús, quiera ser soldado para Dios bajo la bandera de la Cruz, y servir al solo Señor y a la Iglesia su Esposa bajo el Romano Pontífice Vicario de Cristo en la tierra, tenga entendido que(…) forma parte de una Compañía fundada ante todo para atender(…) al provecho de las almas en la vida y doctrina cristiana(…) Y también manifiéstese preparado para reconciliar a los desavenidos, socorrer misericordiosamente y servir a los que se encuentran en las cárceles o en los hospitales, y a ejercitar todas las demás obras de caridad…”
El fragmento anterior se encuentra muy al inicio de la Fórmula del Instituto de la Compañía de Jesús. Documento fundacional y que mejor expresa la razón de ser de la Compañía. Queda claro, tras su lectura, que son dos los principales modos desde los que el jesuita se encuentra llamado a estar en el mundo. El servicio de la fe y su implicación social. De tal manera que, por un lado, todos los novicios nos desempeñamos en una pastoral relacionada directamente con transmisión de la fe. Que puede consistir en acompañar grupos que se preparan para la Primera Comunión o la Confirmación, grupos de jóvenes en edad universitaria que buscan seguir madurando su fe, o en animar desde el coro las distintas celebraciones litúrgicas. Y, por otro lado, una pastoral social. Centrada en ayudar en sus estudios a gente con pocos recursos, visitar enfermos o personas privadas de libertad, así como en servir y acompañar en casas de acogida. Sin duda el tiempo de noviciado no sería verdaderamente provechoso ni adecuado sin la experiencia de las pastorales. Amar y servir es la finalidad de nuestra vocación, lo que define nuestra identidad y misión.

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