Testimonio

Amigos

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Cada vez estoy más convencido de que, entre otras cosas, ser jesuita es ser amigo.

Si miramos al grupo de primeros compañeros que fundaron la Compañía de Jesús, encontramos a un grupo unido por una profunda experiencia de amistad. Tres estudiantes que compartían habitación en París, se liaron la manta a la cabeza y comenzaron una historia que hoy se llama Compañía de Jesús. Esa amistad no era exclusiva y por eso convocaron a otros amigos, hasta que esa cuadrilla se puso a las órdenes del Papa como una auténtica innovación en la historia de la Iglesia. Juntos pasaron aventuras notables, juntos celebraron, juntos oraron y juntos discernieron que, para cuidarse mejor los unos de los otros, necesitaban una mayor unión: formar un cuerpo.

En mi historia personal también he observado que ha sido la amistad, la complicidad, la que me ha traído hasta donde estoy. Una experiencia de amistad que empieza con mis amigos del colegio, luego la cuadrilla y que hoy se amplía con compañeros jesuitas y laicos, laicas con quienes comparto vida y misión, y todo ello desde una curiosa amistad con Jesús. Cada vez estoy más convencido de que nuestra vocación es la de hacer amigos, amigos a quienes querer, amigos con quienes compartir vida, trabajo; y amigos con quienes ser. Y todo eso resulta ser como la vocación, que no es una tarea planificada que tengo que lograr, sino un enorme y precioso tesoro que se nos regala.

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