Mostrar el camino hacia Dios. Esta es la primera y más importante preferencia apostólica de la Compañía. ¿Cómo podemos interpretar esto?
Aunque parezca extraño, es la primera vez en que la espiritualidad se convierte en la primera preferencia de la Compañía. Antes se solía decir que este era un tema transversal, pero ahora, de una manera clara, se nos viene a decir que hay que desgastar la vida en hablar de Dios, en los Ejercicios que, para Ignacio, eran lo mejor que en esta vida podía pensar, sentir y entender.
¿Podrías ayudarnos a entender esta preferencia con una imagen?
Me gusta la imagen que ofrece san Ignacio: que el Criador y Señor se comunique al alma abrazándola en su amor. El abrazo de un Dios que se desvive por sus criaturas. Estamos llamados a vivir desde este Dios y a anunciarlo.
¿Cómo actualizar aquí y ahora esa preferencia?
De entrada, un par de cosas sencillas, pero muy difíciles de vivir. La primera, cuidar la vida interior, vivir un poco más integradamente el ser y el hacer. La segunda, que Dios esté más presente en nuestras conversaciones cotidianas. Y, por supuesto, no tener miedo a los nuevos lenguajes y lugares a los que podamos llegar.
¿Cómo vives esta primera preferencia apostólica en tu día a día? ¿Ha tenido alguna implicación en tu proceso vocacional y/o vital?
Mi vocación se confirma en la experiencia de los Ejercicios. Les debo mucho. Con mis fragilidades, intento mostrar el camino hacia Dios desde la espiritualidad ignaciana. Me toca de lleno, pero no veo a un jesuita de otra manera que no sea hablando de Dios y de su experiencia, a pesar de las limitaciones personales. Está en nuestro ADN.
