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El hombre de Dios

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Pedro Arrupe nace el 14 de noviembre de 1907 en Bilbao. Hijo de Marcelino Arrupe y Dolores Gondra, es el pequeño de cinco hijos de una familia profundamente católica. Después de trasladarse a Madrid para estudiar medicina, entró en la Compañía de Jesús. Tras ser ordenado sacerdote, y pasar los años de su formación en Bélgica, Holanda y Estados Unidos, el  Padre Arrupe cumplió su sueño: ser enviado a Japón como misionero.

A lo largo de su vida soportó el destierro, fue encarcelado, vivió la II Guerra Mundial, asistió a los heridos por causa de la bomba atómica en Hiroshima y, finalmente, fue elegido Superior General de la Compañía de Jesús durante el Concilio Vaticano II. Pues bien, su grandeza no radica en lo espectacular de su recorrido vital, sino en su vida interior:

«Para mí Dios es todo. Es lo que llena completamente mi vida y que me aparece en Jesucristo, oculto en la Eucaristía, y después en mis hermanos los hombres, que son imagen de Dios. […] Quitad a Jesucristo de mi vida y todo se caerá, como un cuerpo al que se le retira su esqueleto, el corazón y la cabeza”

En 1981, a la vuelta de un viaje por Asia, sufre una trombosis cerebral. Sus palabras en medio de los padecimientos de la enfermedad fueron: “Yo me siento más que nunca en manos de Dios. Es lo que he deseado toda mi vida, desde joven”.

Arrupe muere en Roma el 5 de febrero de 1991.