Noviciado

Ningún jesuita es una isla

Los cristianos han vivido y compartido su fe en Cristo desde el mismo momento de su muerte y resurrección. La etapa en el noviciado es para muchos de nosotros la primera oportunidad para experimentar una fe en comunidad no solo compartida, sino también vivida de forma explícita conviviendo entre nosotros y con otros jesuitas ya formados.


El noviciado, como primera etapa de formación para los jesuitas, es tiempo de novedades, aprendizaje en el camino vocacional, y a veces corremos el riesgo de quedarnos mirando hacia adentro, hacia nosotros mismos. Por el contrario, la llamada del Evangelio es a una Iglesia en salida. Es aquí donde los diferentes colaboradores con los que cuenta la comunidad del noviciado se vuelven esenciales en nuestra misión y en nuestra formación.


Así, a lo largo de nuestra formación, nos mantenemos en relacionamos con todo tipo de personas que nos ofrecen la posibilidad de trabajar en unidad, compartir experiencias, aprendizajes, actividades, y de caminar juntos en una misión común. Misión que no quedaría completa sin la unión de los diferentes carismas que cada uno de estos puede aportar. De esta forma, en nuestro día a día, se incluyen diferentes pastorales, colaboraciones, reuniones, convivencias, retiros y otras actividades en las cuales participamos.


No hay duda de que poder compartir camino con todos estos grupos es uno de los puntos fundamentales en nuestra etapa de formación. Damos gracias a Dios por todas y cada una de esas personas y le pedimos que nos siga acompañando en estas etapas iniciales.

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