Nos ha inspirado

Madre de la Compañía

por

Joven, valiente, frágil, habitante de un pueblo gobernado por un imperio extranjero, embarazada de un modo único e incomprensible, que sabe desde el principio que lo que albergan sus entrañas no es su propiedad… Emigrante forzosa dando a luz a la intemperie, madre sabia que anima a su Hijo a comenzar su misión en una boda, que lo acompaña con su presencia y oración, seguidora fiel hasta el final -donde la profecía se hizo verdad al ver a su Hijo crucificado, “una lanza te traspasará el corazón”-. Recibió la misión de ser Madre por boca de Jesús, la incertidumbre de un sepulcro y la inmensa y definitiva alegría de saber que su Hijo vive.

A María, Madre de toda la Compañía de Jesús, nos acogemos y ofrecemos los miles de compañeros jesuitas y colaboradores para que de su mano nos ponga cada día con su Hijo, Jesucristo. A ella presentamos a toda la humanidad sufriente para que interceda por ella y la proteja.

Ser Jesuita
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