Acabas de llegar de dos años en Perú trabajando con menores en riesgo, ¿qué ha supuesto para ti estudiar Historia si no has ejercido como profesor o investigador?
El poder concluir la carrera de Historia siendo jesuita me ha proporcionado dos cualidades, apertura y enfoque. Ambas están recogidas en la larga tradición de la compañía de Jesús en donde desde sus inicios, los jesuitas se han caracterizado por poder acometer un tema concreto, dentro de una amplia comprensión de la realidad. Siendo esto posible gracias a los estudios específicos que cada miembro ha llevado a cabo.
Nuestras constituciones nos invitan a tener ante nuestros ojos primero a Dios, por lo tanto, nuestra mirada se ha de ir configurando con la de Jesucristo. En esta configuración cada uno aportará sus perspectivas, su “desde donde”, a la hora de mirar el mundo.
A mí el estudio de la historia me ha permitido entender nuestro tiempo con el encuadre que da el conocimiento del pasado, y de alguna forma desde esta comprensión mi vida se pone en movimiento, desde lo que pienso hasta lo que hago. Si bien no ha supuesto una dedicación específica a algo concreto, como pudiera haber sido la investigación, la docencia… ha determinado mi forma de inspirar y realizar la misión, experimentando al Dios que irrumpe en la historia, en la de cada pueblo y en la mía propia.