La formación durante el noviciado es una de las partes a la que más tiempo se le dedica, por lo que es importante cuidarla, trabajarla y tratar de aprovechar según los talentos que nos da el Señor a cada uno. Es a esta formación a lo que los novicios dedicamos muchas de las mañanas y algunas tardes, y son generalmente impartidas por los jesuitas formadores o por otros colaboradores.
Sin embargo, en otras ocasiones, recibimos cursos intensivos fuera del noviciado, que aportan otros puntos de vista y nos permiten recibir esta formación en un entorno diferente que enriquece y completa la experiencia. Tal es el caso del curso de liturgia realizado entre los días 6 y 8 de diciembre, en el que nos desplazamos primero a Manresa y después a Montserrat. En él, pudimos contar no solo con varias charlas de formación, sino que también visitamos algunos de los lugares por los que pasó San Ignacio en su camino hacia Jerusalén.
Primero, en Manresa, la comunidad de jesuitas ubicada en el templo de la cueva de San Ignacio, donde el fundador comenzó a escribir sus Ejercicios Espirituales, nos recibió para dar comienzo al curso de liturgia con varias charlas impartidas por Alejandro Labajos, SJ. Un primer momento en el que profundizamos en la importancia de la Palabra durante la liturgia y en la forma de vivir la liturgia en la Compañía a lo largo de la historia. También en Manresa aprovechamos para visitar algunos de los lugares ignacianos como la cruz del Tort y la capilla del Rapto o para celebrar la Eucaristía en la cueva de San
Ignacio.
Tras esto, nos desplazamos hasta Montserrat para encontrarnos con la comunidad de monjes benedictinos, que nos ofrecieron una maravillosa acogida en su monasterio. Allí, el prior del monasterio, Jordi Puigdevall, O.S.B., nos instruyó en el ordinario del misal romano aportando su experiencia y la tradición de la orden benedictina. Más aún, allí pudimos convivir con la comunidad, rezar las horas de la liturgia con ellos y festejar la solemnidad de la Inmaculada, aprendiendo así de su cuidado y detalle en toda la práctica de la liturgia. También tuvimos tiempo de una pequeña excursión en la que nos
llevaron a visitar la capilla de San Dimas, donde San Ignacio acudía a confesarse.
Todas estas actividades, llevadas a cabo en actitud de encuentro con el Señor y oración, amplían los aprendizajes del curso. Damos gracias a Dios por las personas que han preparado toda la experiencia con el máximo cuidado y cariño. Le pedimos que estos aprendizajes muevan en nosotros el deseo de más servirle y alabarle.