Tu misión en la Compañía se ha centrado en la cooperación internacional… Sin embargo, tú estudiaste Ingeniería Industrial en ICAI ¿Te han servido de algo tus estudios en esta misión?
Pues mira, es una pregunta que me han hecho muchas veces. Y, aunque durante unos años di clase de electricidad y mecanizado en Formación Profesional, la mayoría de mis trabajos no son lo que se consideraría trabajos de ingeniería. Sin embargo, agradezco mucho la formación ingeniera, porque me ayuda a pensar, a formular problemas y buscar soluciones, a crear modelos de intervención que trato de aplicar a mi misión ahora en el sector social, pero también en la vida comunitaria y en el ministerio pastoral.
De hecho, una de las cosas que más me atrajo siempre de la vocación jesuita es que se expresa de formas muy diversas. A veces la gente se sorprende de que haya jesuitas biólogos, psicólogos, ingenieros, trabajadores o abogados. A mí me parece una gran riqueza porque Dios se expresa en todas las dimensiones de la persona y de la sociedad. Yo concretamente, entré al noviciado a mitad de mis estudios de Ingeniería Industrial y entré sin saber si los acabaría o no.
Reconozco que fue una alegría cuando el provincial me propuso que acabara la carrera, aunque me costase volver a las integrales dobles y al cálculo de estructuras tras cuatro años de noviciado y Filosofía. De alguna manera mi gusto por la ingeniería se debía a la curiosidad por cómo funcionan las cosas en la Naturaleza y a la convicción de que la tecnología puede ayudar a mucha gente a tener una vida más digna. Esa misma curiosidad y deseo de búsqueda fue la que me llevó a querer tener a Dios en el centro de mi vida y a entrar en la Compañía de Jesús.
