DAR LA VIDA es de los eslóganes que evocan con más radicalidad el mensaje del Evangelio. Cuando Francisco Javier conoció a Ignacio de Loyola en un Colegio Mayor de París durante sus años de universitarios, este mensaje impactó a Javier en lo más profundo de sus búsquedas y preguntas: «dar la vida.»
Ya es impactante decirlo en infinitivo, mucho más aún formulado personalmente: «da tu vida.»
Nadie da lo que no tiene. Sólo podemos dar aquello que tenemos. Y para entender esta invitación a “dar la vida” quizá nos ayude reflexionar un poco sobre qué es esa vida que tenemos…
Te invito a tomarte un tiempo de calidad en el que puedas ir repasando tu vida y anteponiendo a cada cosa que identifiques las palabras «gracias por…»; pues solo desde el agradecimiento podrás mirar bien a cada uno de los dones que inmerecidamente has ido recibiendo y que te hacen ser quién eres…
Gracias por mis piernas con las que puedo desplazarme y saltar, gracias por mis manos que me permiten acariciar y trabajar, gracias por mis ojos que me permiten mirarte y conocer, gracias por mis oídos que me acercan a las palabras y al mundo, gracias por mis pulmones y mi corazón que cuidan a cada instante de todo mi ser, gracias por mi aparato digestivo que me nutre y me alimenta, gracias por mi piel que me protege y con la que te puedo sentir, gracias a mis huesos, mis tejidos, mis células diminutas…
Gracias por el universo colosal en el que todo (¡y todos!) sucede, gracias por el orden que lo regula y por el azar que lo sorprende, gracias por las galaxias, sus estrellas y planetas, gracias por nuestra Tierra y sus paisajes que nos acogen, gracias por la biología que en nuestro planeta encontró su casa, gracias por el oxígeno que fielmente nos vivifica, gracias por la maravilla de cada criatura, gracias por el verde de los bosques, el dorado de los desiertos, el azul profundo de los mares y el azul celeste que nos envuelve…
Gracias por nuestros padres y nuestras madres que nos dieron la vida, por la familia que nos dio hogar y referencia, gracias por reconocernos queridos por compañeros de clase, por amigos de infancia, por amigos de siempre y por amigos y amigas nuevos, gracias por los que trabajan por hacer de nuestra sociedad un lugar mejor, gracias por aquellas personas a las que queremos ayudar con nuestro esfuerzo y entrega, gracias por tantos compañeros y compañeras de camino, gracias por tantos rostros que llenan nuestra vida…