Si una persona recorre la historia de la Compañía de Jesús se dará cuenta, rápidamente, de que el Señor, desde un principio, no la ha abandonado en ningún momento. Desde el comienzo las circunstancias fueron complicadas y, aun así, el Señor se ha valido de ella hasta el día de hoy.
Repasando mi vocación, creo que una de las cosas que más me llamó la atención de esta orden religiosa, y me sigue llamando hoy en día, es justamente esto, la fidelidad que tiene el Señor con la Compañía de Jesús. Fidelidad que se muestra en las infinitas ventanas de acción evangelizadora que se abren cada cierto tiempo y que permiten acercarse a las fronteras sociales con nuevos lenguajes y nuevas formas pastorales.
Lo más maravilloso de todo esto es que no me siento forzado a ser creativo, sino que percibo la fuerza del Espíritu Santo que me ayuda a abrir los ojos y descubrir nuevos caminos por donde servir al Señor de la mejor manera posible. Estarán las Iglesias, las aulas o las misiones porque son necesarias, pero también se abren caminos evangelizadores con la música, el teatro o el deporte. El Señor nos ofrece nuevas rutas para seguir construyendo Reino de Dios en el momento presente.