Queridos amigos:
Orar los unos por los otros es tenernos presentes delante de Dios, es pedir que nos ayude y nos acompañe en nuestro día a día, en nuestras necesidades y dificultades, en nuestras intenciones, tareas y proyectos; y también dar gracias por las vidas de unos y de otros, y por tantos dones que Dios ha puesto al servicio de todos.
Es por eso por lo que no podemos dejar de recordar y agradecer a tanta gente que cada día dedica oraciones por nosotros y por la Compañía. Sois muchos hombres y mujeres, religiosos y religiosas, laicos y laicas de diferentes partes que, en vuestro trato con el Señor, pedís a Dios que nos acompañe en nuestra vocación. Esto nos alienta y conforta mucho, y nos hace sentirnos en una especial comunión. También damos gracias con especial cariño a los compañeros jesuitas que se encuentran en las enfermerías, y que, tras haber dedicado una vida entera al trabajo por el Reino, dedican ahora sus esfuerzos a la valiosa misión de orar por la Iglesia y por la Compañía.
En este día que celebramos la festividad de todos los Santos y beatos de la Compañía de Jesús, queremos pedir por todos vosotros, teniendo por intercesores a tantos compañeros que nos han precedido en un radical seguimiento de Jesús. A ellos nos encomendamos para que intercedan por todos, y nos ayuden a cada uno a encontrar el camino que nos conduzca a dar mayor Gloria a Dios.